PANAMA, 9 DE AGOSTO 2014. “El amor familiar es fecundo, no solo porque engendra vidas sino porque amplia el horizonte de la existencia…, genera un mundo nuevo”. Carta del papa francisco a los congresistas, 8 de mayo 2014.

Este es el mensaje que ha resonado a lo largo del Primer Congreso Latinoamericano de Agentes de Pastoral Familiar, en el que Cristo Eucaristía, fue el centro de las intensas jornadas, y en el que los delegados de los países fueron los portagonistas del trabajo para actualizar las líneas de acción para la Pastoral en Latinoamérica y el Caribe.

Las ponencias y estudios presentados por los expertos invitados al congreso, desde las ciencias sociales, el magisterio y la Sagrada Escritura, permitieron ampliar la perspectiva pastoral en la definición de los desafíos y las líneas de acción, en atención a la cutura contemporánea que incide en la familia.

Un análisis profundo de la realidad de la familia en el continente americano desde la doctrina, lo operativo y lo celebrativo, teniendo como referencia la experiencia de los países en la acción pastoral, compartiendo dificultades,  logros, métodos y estratégias, pudo dibujar una visión integral de las coincidencias y diferencias, que contribuyó a trabajar con ese sentido de pertenencia como miembros de una misma familia latinoamericana.

En medio de esta realidad analizada se concluyó que existen potencialidades en las familias como proyecto de Dios: su testimonio de una humanidad redimida, de personas realizadas y felicies; una familia capaz de llenar los vacios que se perciben en una sociedad individualista y relativista.

Papa Francisco lo resume muy bien en su mensaje a los congresistas: “La familia es un centro de amor… Ahí la persona se integra natural y
armónicamente en un grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad… deja ver el Amor humano como signo y presencia del Amor divino… en ella se mezcla la Fe con la leche materna”. De ahí el potencial infinito y transformador de la familia.
La familia misionera es capaz de comunicar a los otros la alegría, la belleza y la paz, que vive como fruto de una educación, que fortalece para escoger libremente sus elecciones de vida.

“Queridas familias, el mundo no las entiende, pero el mundo las necesita”. En esta dirección las líneas de acción elaboradas durante el congreso “se han propuesto para que sirvan como una autopista de muchas vías, que puede conducirnos a una meta común: que la familia latinoamericana se acerque cada vez más a su plena realización en todas las dimensiones de la vida cotidiana actual y se preparen para los retos del futuro”, es otra de las conclusiones.

Los 310 congresistas al clausurar este histórico evento con la eucaristía presidida por el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta,
envíaron un mensaje final.

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