Compartimos la reflexión del Evangelio para este domingo 7 de diciembre

Evangelio según san Marcos (1, 1 -8)

1 Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. 2 Como está escrito en el libro del profeta Isaías:

«Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.

3 Una voz grita en el desierto:   Preparen el camino del Señor,   allanen sus senderos«,

4 así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. 5 Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

6 Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:  7 «Detrás de mi vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. 8

Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».

 

 Reflexión y preguntas

 “Comienzo de la Buena Noticia (…)”

El evangelista comienza su Libro con la intención de contarnos a nosotros, como familia, una buena noticia. ¿Estamos dispuestos a sorprendernos por las buenas noticias? ¿O sólo las malas despiertan nuestra atención?

“Una voz grita en el desierto: Preparen el camino al Señor”.

Juan el Bautista dice “preparen”, abran paso.  El Adviento no habla solamente de nuestra preparación, nos dice que también Dios se preparó para salir a mi encuentro, para ser Dios-con-nosotros. ¿No es acaso sorprendente pensar que esta visita de Dios fue proyectada, con ilusión, en la eternidad y que tardó millones de años para realizarse? Dios preparó este encuentro con nosotros, ¿no es éste un detalle de su ternura? ¿No es acaso esta una buena noticia que neutraliza las otras noticias que nos roban la alegría?

“Toda la población de Judea y de Jerusalén acudía a él, y se hacía bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados”.

Dios espera también algo parecido de nosotros para que vivamos una Navidad cristiana y no una Navidad comercial. Frente a la tentación del consumo desordenado al que se nos invita, especialmente en estas fiestas, preguntémonos:

  • ¿Nos atrae la pobreza evangélica de Juan?
  • ¿No vemos en la sencillez de su vida una llamada también para nosotros como familia?
  • Celebraremos en pocos días a Jesús “que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2Co 8,9), ¿podrá nuestro desprendimiento, nuestro compartir concreto como familia, ser buena noticia para el hermano que tiene necesidades?