El pasado 22 de octubre la Conferencia Episcopal Argentina ante el inminente tratamiento legislativo sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo iniciaba una Declaración con una minuciosa presentación del inoportuno y dramático momento que vivimos los argentinos para llevar adelante esta discusión. Durante largos meses la pandemia evidenció y agudizó los grandes y urgentes desafíos que tenemos como sociedad y develó la inhumana pobreza que abriga la vida misma de muchos hermanos nuestros.

Ciertamente estas realidades parecen no ser suficientemente evidentes y no despiertan la necesaria sensibilidad para volcarnos con convicción, solicitud y gestos de grandeza en el verdadero cuidado y defensa de toda vida. El aborto no salva vidas. Lo que sí salva la vida, las dos vidas, en especial de las mujeres adolescentes y más vulnerables embarazadas, es el cuidado, contención, acompañamiento, cercanía, medios económicos, educación, prevención, presencia del Estado y de otras asociaciones civiles y religiosas enmarcadas en un concepto amplio y humano de salud pública.

Legalizar el aborto y dar por válidas las supuestas razones que se escuchan profundizan y dificultan la necesaria amistad social. Legalizar el aborto en los términos que establece el protocolo ILE, sería la primera vez en nuestra Nación Argentina en democracia que una ley contenga la muerte de una persona para salvar a otra a excepción de lo establecido en el Código Penal Argentino. Creemos que éste no es el camino, sino la inclaudicable convicción de que, salvando las dos vidas, nos salvamos todos.

Es innegable el cansancio, el agotamiento, la tristeza y el desánimo en la población, como también el testimonio de muchos hombres y mujeres, profesionales y personal de la salud, e innumerables voluntarios que diariamente redoblan los esfuerzos para cuidar la vida amenazada por la pandemia.

Sólo si la persona es un valor primario transitaremos con decisión y esperanza el camino hacia un encuentro de hermanos, tendiendo puentes y curando las heridas nacidas de las injusticias y desigualdades, reflejadas en los más débiles y excluidos. Ese es el espíritu del magisterio del Papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti.

El próximo sábado 28 de noviembre se realizarán en todo el país distintas manifestaciones para expresar el valor y el respeto por la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

Como Pastores los alentamos fervientemente a participar de dichas expresiones públicas en favor del derecho humano a la vida de toda persona garantizado en la misma  Constitución Nacional.

Invitamos a los fieles de nuestras comunidades eclesiales a unirse a hermanos de otras confesiones religiosas, como así también a hombres y mujeres de buena voluntad para participar responsablemente conforme a las normas sanitarias establecidas en cada jurisdicción, promoviendo el debido distanciamiento social y el uso del barbijo; y velando además por el cuidado de las exigencias democráticas basadas en el respeto mutuo evitando cualquier forma de violencia  hacia otro hermano.

Buenos Aires, 20 de noviembre de 2020

Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia

Adhesión del Movimiento de los Focolares – Cono Sur

Buenos Aires, 26 de noviembre de 2020

Como Movimiento de los Focolares – Obra de María, adherimos a la convocatoria realizada para el día 28 de noviembre por la  Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia “para expresar el valor y el respeto por la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.”

Hacemos nuestras las palabras “Sólo si la persona es un valor primario transitaremos con decisión y esperanza el camino hacia un encuentro de hermanos, tendiendo puentes y curando las heridas nacidas de las injusticias y desigualdades, reflejadas en los más débiles y excluidos. Ese es el espíritu del magisterio del Papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti.”

Queremos asumir nuestro compromiso junto a todos aquellos que luchan diariamente de diversas maneras y se esfuerzan para salvar, contener, acompañar, sanar, toda vida humana. Nos auguramos que esta nueva situación que se abre en nuestro país renueve nuestro compromiso por la vida de cada persona: las mamás embarazadas y los niños por nacer, pero también por las familias que sufren situaciones difíciles, las personas que por diversas razones caen en alguna adicción, aquellos que no pueden acceder a un trabajo, una vivienda, a la educación, etc. Toda, toda vida, tiene que ser nuestro compromiso diario.

Animados por el carisma de la Unidad y Fraternidad Universal, nos comprometemos a generar espacios de diálogo profundo y verdadero, para tratar de escucharnos y comprender nuestras diferencias, para que en cada grieta abierta, con la ayuda de Dios, podamos construir puentes.

 

Griselda Imvinkelried

José Antonio Polimeni

Delegados del Movimiento de los Focolares

 Cono Sur