En vista de la Celebración del Día de la Familia, queremos poner en común estas hermosas palabras de Mons. Ojea, Obispo de San Isidro

San Isidro (Buenos Aires) (AICA): El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, aseguró que “celebrar a la madre es celebrarnos a nosotros mismos. Celebrar nuestra existencia. Ellas han hecho posible que nosotros podamos ver la luz, han colaborado con Dios para ser puentes de esa luz que nosotros contemplamos todos los días”. “Mamá, es aquella que me ha llevado al pecho, aquella que me ha nutrido y que continúa nutriendo mi vida, mi existencia, con su ejemplo, con su palabra, con su amor, con sus gestos, con su caricia, con ese jugarse la vida cada día”, destacó. Por eso, subrayó, celebrar el Día de la Madre “es, de alguna manera, celebrarnos a nosotros mismos, aquello que tiene nuestra vida de novedad en cuanto a la existencia y lo que tiene nuestra vida de haber crecido y necesidad de agradecer todo aquello que nos ha regalado nuestra madre”. “Mamá es mamá de cada uno. Cuando es mamá de muchos chicos siempre es mamá de cada uno. Mamá ha sido creada por Dios para poder hacer el puente entre cada uno de nosotros y el resto de los hermanos. Como una ventana a la vida a la cual nos asomamos y posibilita nuestra vida de relación”, agregó.

 

El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, dijo que “esta vez, cuando pienso en las madres y en tantas madres de mi diócesis, se me ocurre pensar primero en aquellas mamás solas, en las mamás que trabajan para sostener su familia, en las mamás que no tienen tiempo para poder estar con sus chicos lo suficiente como para acompañarlos en la tarea, como para acompañarlos en su crecimiento, en su formación, pero mamás que dan el ejemplo. Mamás que dejan todo en el camino para poder construir la familia y se entregan a su familia”.

“Pienso también en las mamás que están acompañadas, en las mamás que pueden formar un matrimonio, en las mamás que pueden formar una pareja estable, en lo que significan para cada uno de los chicos, para cada uno de nosotros”, agregó.

El prelado también pensó “en tantas mamás que están en el cielo, que han entregado su vida, que llevamos en el corazón, que muchas veces cuando nos miramos a nosotros mismos reconocemos sus gestos, sus palabras, sus enseñanzas, su ejemplo”.

Asimismo, consideró que “celebrar a la madre es celebrarnos a nosotros mismos. Celebrar nuestra existencia. Ellas han hecho posible que nosotros podamos ver la luz, han colaborado con Dios para ser puentes de esa luz que nosotros contemplamos todos los días”.

“Además, mamá, es aquella que me ha llevado al pecho, aquella que me ha nutrido y que continua nutriendo mi vida, mi existencia, con su ejemplo, con su palabra, con su amor, con sus gestos, con su caricia, con ese jugarse la vida cada día”, destacó.

Por eso, subrayó, celebrar el Día de la Madre “es, de alguna manera, celebrarnos a nosotros mismos, aquello que tiene nuestra vida de novedad en cuanto a la existencia y lo que tiene nuestra vida de haber crecido y necesidad de agradecer todo aquello que nos ha regalado nuestra madre”.

“Mamá es mamá de cada uno. Cuando es mamá de muchos chicos siempre es mamá de cada uno. Mamá ha sido creada por Dios para poder hacer el puente entre cada uno de nosotros y el resto de los hermanos. Como una ventana a la vida a la cual nos asomamos y posibilita nuestra vida de relación.

Por último, monseñor Ojea pidió “una acción de gracias profunda por nuestras madres” y llamó a contemplar “un segundito a la Virgen”, al recordar que ella es “modelo de toda madre, modelo de entrega, modelo de no posesión, modelo de respeto por la libertad de su hijo, modelo de compañera de camino de su hijo, modelo de fidelidad. Le pedimos a ella que proteja y bendiga a todas nuestras mamás”.+