Se celebró el domingo , en la Plaza de San Pedro, un encuentro dedicado a la tercera edad, promovido por el Pontificio Consejo de la Familia y bajo el título »La bendición de la larga vida». La reunión que ha congregado a miles de ancianos y abuelos acompañados por sus familiares y provenientes de diferentes países del mundo, ha iniciado a las 8.30 horas con un »recorrido sobre la ancianidad en cinco episodios bíblicos, diez verbos y una historia que contar». Una hora más tarde el Santo Padre ha llegado a la Plaza y ha conversado con los ancianos antes de la celebración de la Santa Misa. El Papa emérito Benedicto XVI ha participado a este encuentro invitado personalmente por Francisco.

El Pontífice ha hablado en su homilía de cómo la Primera lectura »recuerda de varios modos el cuarto mandamiento: »Honra a tu padre y a tu madre: así se prolongarán tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar». No hay futuro para el pueblo -ha dicho- sin este encuentro entre generaciones, sin que los niños reciban con gratitud el testigo de la vida por parte de los padres. Y, en esta gratitud a quien te ha transmitido la vida, hay también un agradecimiento al Padre que está en los cielos. Hay a veces -ha continuado- generaciones de jóvenes que, por complejas razones históricas y culturales, viven más intensamente la necesidad de independizarse de sus padres, casi de »liberarse» del legado de la generación anterior. Es como un momento de adolescencia rebelde. Pero, si después no se recupera el encuentro, si no se logra un nuevo equilibrio fecundo entre las generaciones, se llega a un grave empobrecimiento del pueblo, y la libertad que prevalece en la sociedad es una falsa libertad, que casi siempre se convierte en autoritarismo».

Francisco ha destacado que »Jesús no abolió la ley de la familia y la transición entre las generaciones, sino que la llevó a su plenitud. El Señor ha formado una nueva familia, en la que, por encima de los lazos de sangre, prevalece la relación con él y el cumplir la voluntad de Dios Padre. Pero el amor por Jesús y por el Padre eleva el amor a los padres, hermanos y abuelos, renueva las relaciones familiares con la savia del Evangelio y del Espíritu Santo». Asimismo ha recordado que cuando María visitó a sus parientes Isabel y Zacarías »supo escuchar a aquellos padres ancianos y llenos de asombro, hizo acopio de su sabiduría, y ésta fue de gran valor para ella en su camino como mujer, esposa y madre» y ha añadido que »así, la Virgen María nos muestra el camino: el camino del encuentro entre jóvenes y ancianos. El futuro de un pueblo -ha finalizado- supone necesariamente este encuentro: los jóvenes dan la fuerza para hacer avanzar al pueblo, y los ancianos robustecen esta fuerza con la memoria y la sabiduría popular».

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